No se puede llegar al alba sino por el sendero de la noche.

Estaba leyendo unas palabras de Khalil Gibran y resulta que ésta me hizo TANTO sentido, aquí...ahora.

Estoy terminando un semestre del terror (el penúltimo de la carrera, por fin!), he tenido diferencias sustanciales con personas cercanas y no tanto. Pero resulta que cuando se vuelve todo cuesta arriba, he podido incorporar una tranquilidad que no tenía hace un tiempo. 

Si miro hacia atrás, he tenido la oportunidad de conocer gente excepcional, de leer libros increíbles, de estar en situaciones cruciales y provenir de una familia maravillosa (que la mayoría me acompaña espiritualmente), todo lo anterior me dio herramientas que no vi hasta ahora. Cuando todo se me vino en contra, cuando tenía ganas de llorar y veía que  la vida no se me armaba nunca, que estaba estancada sin siquiera desarrollar las múltiples habilidades que creo que poseo, llega esta tranquilidad. Por algún motivo me entregué, confié. La vida no ha cambiado mucho, sigue costandome hacer las cosas, sigue mi paciente sin contestarme el teléfono o me falla la tecnología cuando lo necesito  o me llega una mala nota que no consideraba, entre otras cosas.

Pero intercede todo lo que conocí, ahora reconozco lo que tengo. Lo que viví se vuelve como una energizante bocanada de aire fresco, es extraño no?

Lo anterior me queda patente cuando Felipe me llama y me dice que ha perdido el bus, llega al terminal, no hay pasajes, va al cine, se detiene el proyector, se cambia de sala y la película es doblada (mala cue'a no?). Y me pongo a pensar, nos ha tocado complicado lo que llevamos del año, pero nos ha tocado juntos.

Desde distintos lugares hemos tenido que cultivar la paciencia, la tolerancia y aquietar el orgullo. Estamos creciendo juntos, cada uno por su lado pero de la mano. 

Uno no puede planificar todo en la vida, pero puede confiar y eso es lo que he aprendido a hacer.

Namaste

CT.